La cocina catalana no es un elemento ocasional de nuestra cultura. Es un componente vivo porque acumula una larga secuencia histórica. Es un referente porque goza de un dinamismo popular, una práctica cotidiana y una voluntad de evolución indiscutibles. Esto hace de nuestra gastronomía una herencia que indiscutiblemente podemos reconocer como legítima y propia.
La cocina catalana es un legado con un pasado noble y generoso. Por eso, debemos observarla a partir de unos referentes históricos y lejanos, pero su reconocimiento se deberá atender con una actitud y una mirada clara y explícita al mañana. Esto requiere una atención que hay que contemplar como indispensable y primordial.